martes, 6 de julio de 2010

Despertar

Expiré profundo. El aire salió de mis pulmones y me dejé caer sobre su pecho. Cerré los ojos mientras él me acariciaba el cabello despacio, me besó en la coronilla y rió. Te amo…susurró quedito. Reí y lo abracé como estábamos. El pasó sus manos por mi espalda y la piel se me erizó al contacto con la suya. Me acomodó, extendí mis piernas alrededor de las suyas y cerré los ojos… Me dejé llevar por el ritmo de su respiración y acompasé la mía igual hasta que navegue en mis sueños medio consciente de dónde estaba y lo bien que me sentía. Reí adormilada.

Abrí los ojos de este otro lado donde una luz me cegaba. El sol brillaba demasiado sobre nuestras cabezas, no, no hacía calor pero sentía las mejillas arreboladas de un rojo intenso. El me miró de una manera tan lejana que ya me dolía. Sentía la sensación de que no iba a despertar pronto y esta vez mi mente me iba a abofetear hasta lo imposible. Respiré y traté de convencerme de que todo era un sueño. ¿Me estás escuchando? La verdad no, pensé, pero asentí, aunque las palabras no entraban por mis oídos sabía exactamente lo que estaba diciendo. Así que mejor sigamos cada cual su camino, es mejor así, no quiero herirte con más mentiras. Respiré y cerré los ojos. Recriminé en voz alta, me descargué sin pensarlo pero su actitud era la misma. Mis ojos estaban secos. No lograba abrirlos hasta el otro lado donde él me abrazaba con calidez. El se levantó y se marchó sin decir nada más. El sol me deslumbraba de una manera insoportable. Me paré de mi silla confundida aún y vagué sin rumbo fijo esperando que la conciencia cobrara el control de nuevo. Pero sentía que estaba pasando demasiado tiempo así que me entregué. Creo que amaneció y oscureció un par de veces. Mis ojos se habían acostumbrado ya al nublazón del corazón y al llanto irracional en respuesta al acero al rojo que traía en el pecho y me hacía un roto en las noches. Llamé a una amiga para darle tiempo al tiempo y ella no hizo más que reprocharme por permanecer tan deprimida tanto tiempo. Esto no está pasando, ¿cuándo voy a despertar? Me repetía en la cama cada noche al tiempo que el corazón parecía desmoronarse una y otra vez por enésima vez en el día. Ese día tuve una pesadilla, era el vacío, todo negro y yo sola en la nada. Desperté con un grito atravesado en la garganta y me vi frente al espejo y vi que había un bulto debajo de mi blusa. ¿Qué es esto? Porqué ahora que justo acabo de pasar tan buen momento. Me preguntaba sin entender porqué estaba soñando con el noveno círculo del infierno luego de tocar con los labios el paraíso. Mi cabeza me asusta tanto, se me está saliendo de control. Cavilé mientras acariciaba mi pequeña protuberancia más abajo del estómago. Me tumbé de espaldas y busqué el celular con la mano pero no lo encontré, debajo de la almohada, de la cama, en la mesa, en el cuarto…y yo allí encerrada, sola, empecé a desesperarme de verdad... Los ojos se me anegaron en lágrimas y no pude evitar llorar desesperadamente. Estaba sola. Estaba sola. Estaba sola. Mi respiración entrecortada, sola. Ya no había un ritmo debajo de mi pecho. No había nadie que me dijera que todo iba a estar bien. Nadie que me dijera cuánto me amaba. Nadie. Yo sola. Y quise abrir los ojos pero ya estaban demasiado abiertos, el esfuerzo por ver dolía…lo único, era que no encontraba el interruptor de la luz…

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